A parte de los ayudantes oficiales que ya he nombrado en más de una ocasión, en mi casa tengo siempre cuatro manos dispuestas a ayudarme. El problema es que siempre suelo negarme a esa ayuda, por que soy muy quisquillosa con mis cosas, y no me gusta que se toquen los materiales con los que trabajo, para que no se manchen o estropeen. En esos momentos me queda una sensación de Pitufo Gruñón cuando las veo asomadas detrás de una barrera invisible mirando lo que hago, por lo que el otro día me decidí y les dí un trabajo: pintar conchas que habíamos cogido en la playa (eso también fue trabajo de ellas) para incluirlas en un nuevo bolso. Esta es la imagen, y a ver como sale el experimento...
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